El segundo requisito, pero no menos importante, sería la resistencia. Un envase siempre debe ser capaz de cumplir la función para la que está fabricado. En este caso, para servir comida, es imprescindible que una caja, una barquilla o un cucurucho de patatas fritas no se deterioren con la humedad o las grasas que inevitablemente desprenden los alimentos. Un buen plato nunca debería arruinarse por culpa de un recipiente inadecuado.
Y por último, el diseño. No descubrimos nada nuevo, si decimos que un packaging moderno y atractivo fideliza a los clientes a un establecimiento tanto como el propio producto. Un envase bonito realza un plato e incluso puede que acabe inmortalizado en una de las miles de fotografías que los foodies cuelgan a diario en las redes sociales.
Entre nuestros productos con la distinción Ecolabel, todos ellos de papel tisú, encontramos el papel higiénico «Maxi Jumbo», rollos de papel secamanos, industrial y cubrecamillas. También las servilletas con el sello Ecolabel blancas y de color de las gamas «Double Point» y «Quattro», así como las servilletas «Mini service», los «Canguro» o la línea de servilletas recicladas.
«Me parece una iniciativa fantástica que García de Pou cuente con artistas plásticos para la realización de sus portadas. Esta decisión, tan valiente si se mira retrospectivamente, aporta a la marca un extra de calidad y de excelencia. La unión del arte y la gran empresa siempre ha dado frutos interesantes», nos cuenta el artista.